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Me gustaría empezar este blog con uno de los artistas que probablemente sea uno de los más reconocidos y, a la vez, más desconocidos del arte contemporáneo, Giorgio De Chirico (1888-1978).
Nacido en Grecia, aunque de origen italiano, inicia sus estudios de dibujo en el Instituto Politécnico de Atenas, donde se dedica a la copia de las estatuas clásicas y descubre las obras maestras del arte helénico. A los dieciséis años, tras la muerte de su padre, se establece en Florencia donde nace su amor por el arte, pero, aunque atraído por el gran arte de los museos florentinos, no está convencido del valor docente de la academia de Bellas Artes y siente que le hace falta una enseñanza más metódica y disciplinada y a los dieciocho años se marcha a Alemania, donde se inscribe en la Academia de Bellas Artes de Munich, en la que recibe la influencia del simbolismo centroeuropeo, especialmente del pintor suizo Arnold Böcklin, y de filósofos alemanes como Schopenhauer y, sobre todo, Nietzsche.
En 1909, de camino a París, pasa una breve estancia en Turín, donde queda impresionado por la arquitectura de sus plazas y sus arquerías decimonónicas. Ya en París y gracias al interés del poeta Apollinaire, concurre al Salón de Otoño de 1912 y al Salónde los Independientes de 1913 y 1914, y a pesar de ser exposiciones donde destaca la pintura de vanguardia, el sabor clásico de las telas de De Chirico sorprende primero e interesa después a los críticos.
La Primera Guerra Mundial lo devuelve de nuevo a Italia, alistado en el ejército es destinado a Ferrara, ciudad que junto a Turín, será fuente de los inconfundibles ambientes urbanos de sus pinturas y donde entra en contacto con Carrà, Soffici y Papini, artistas que provenían del futurismo italiano, y que instigarán el nacimiento de la pintura metafísica.
Es así que ve la luz por primera vez un nuevo arte, del que podemos decir que De Chirico es el creador, “yo solo (…) empezaba a distinguir los primeros fantasmas de un arte más completo, más profundo, más complicado y, en una palabra (...) más metafísico”, arte al que llega a través de la investigación y de las cosas comunes. Todo le habla de él, maniquís de la peluquería, una puerta... objetos tomados de la realidad que según el artista adquieren dos aspectos, uno corriente que es con el que se muestran y percibimos casi siempre y uno metafísico que sólo puede verse en momentos de clarividencia y de abstracción metafísica, y es a partir de la visión de las cosas, que aparecen los elementos propios de sus obras, así encontramos arquitecturas, escuadras, estatuas... a las que da un nuevo significado.
Los cuadros de De Chirico poseen una estética extraña, de perspectivas imposibles, de elementos simbólicos, de largas sombras, de objetos sumidos en una claridad sin atmósfera, donde todo sucede como si fuera un sueño, y en los que vemos una clara anticipación de la pintura surrealista. Aunque es claro y específico al rechazar el sueño como base para sus obras, “ es curioso que en el sueño ninguna imagen por extraña que sea, golpee con potencia metafísica; y por tanto rechazamos la búsqueda de una fuente de creación en el sueño”.
A la hora de realizar sus obras De Chirico da gran importancia no sólo a la técnica, sino también a los materiales, ya que es un gran admirador de la antigüedad clásica y del cinquecento Para él la pintura tiene como base la pureza de la linea, el dibujo (aprendido a base de copiar estatuas), esta admiración se hará patente sobretodo a partir de 1919 en que su arte dará un giro hacia un arte más clásico.
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