sábado, 22 de septiembre de 2012

GIORGIO DE CHIRICO: SOBRE EL ARTE METAFÍSICO II


Continuando con la entrada anterior, dedicada a la pintura metafísica de De Chirico, realizaremos un repaso a los temas que dominan sus obras.

La representación arquitectónica está presente a lo largo de toda la obra, tanto pictórica como escrita, de De Chirico y a la que da gran importancia, tanto es así que hasta el hombre carece de fuerza si no está acompañado de un elemento arquitectónico. Inestabilidad del hombre, solo ante la nada, debido a ello en todos sus cuadros aparece representada una arquitectura que representa las calles y plazas de Italia. De Chirico fue el primero como él mismo escribe en demostrar la metafísica de las arquitecturas de las ciudades italianas.


En sus oras resaltan ante todo las plazas, basadas en los principios estilísticos de la perspectiva y la luz espacial, elementos que separarán su lenguaje pictórico del simbolismo alemán y del influjo francés y que ayudarán a la formación de un espacio dechirichiano en el que introducirá la búsqueda de la perspectiva abrupta y articulada en espacios sesgados, cada vez más complicados. Esta perspectiva, tal y como la encontramos en De Chirico, viene exigida por el sentido arquitectónico y contribuirá de manera fundamental a crear esa profunda e irrepetible atmósfera de sus escenarios metafísicos, derivados del mismo repertorio de la pintura del Trecento toscano.

Estas visiones de las plazas de Italia reflejan una melancolía reflexiva, una gran quietud... en lugar del desasosiego futurista, en ellas apenas encontramos referencias a la vida moderna, los pocos elementos que recuerdan el progreso los encontramos en las misteriosas chimeneas que aparecen en la distancia ¿fábricas? Y en los trenes, tal vez en alusión a su padre, ingeniero ferrroviario.


Otro elemento propio de la pintura metafísica son los maniquíes, la única representación “humana” en sus primeras obras, junto con las estatuas. Estos maniquíes empezaron a surgir en su ora en los años 1914-15, en su período ferrarés en el que trabajó con diferentes artistas como Carrà o Morandi. De Chirico los toma de las maquetas inspiradas en la poesía de su hermano Alberto Savino, escritor en marcado en el futurismo y que realizó para una obra de teatro “Les chants de la mi-mort”, donde proponía la creación de un hombre-máquina en el que se habrá abolido el dolor moral, la bondad,el afecto y el amor. Este hombre-máquina será la representación del dinamismo y su contrario será el hombre deshumanizado de la metafísica, el maniquí, que también podemos relacionar con las esculturas de Boccioni, que en 1912 ya habían encarnado el modelo de hombre-máquina con sus famosos elementos geométricos y mecánicos encastrados en las cabezas, y que tanto recuerdan a las escuadras metafísicas que en ocasiones parecen formar parte de los maniquíes, esta representación de las escuadras también tiene su presencia en los ángulos de los edificios y se integra con otras figuras geométricas.


Estas representaciones deshumanizadas nos llevan a la contemplación de obras donde se hace presente el silencio, la soledad de los paisajes y arquitecturas.

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