Podríamos
hacer una sencilla descripción del mosaico como una alfombra de
piedra, con diferentes motivos ornamentales, lacerías, grecas... que
con el tiempo irán haciéndose cada vez más complejos y
ornamentales, llegando a convertirse en verdaderas obras de arte.
Según
Plinio el Viejo los pavimentos tienen su origen en Grecia, término
que incluiría Asia Menor y se extenderá al mundo romano a partir
del siglo II A.C. a través de la conquista de estos territorios.
El
mundo romano introduce los mosaicos dentro de su repertorio
constructivo como un elemento decorativo, especializándose y creando
una producción artístico industrial con los que se cubrirán en un
principio, paredes y techos, y posteriormente, con la mejora de las
técnicas también los pavimentos de villas y palacios con los que
sus inquilinos manifestaban su poder y posición social.
Los
mosaicos se realizaban a partir de pequeñas piezas
cúbicas llamadas teselas
(del
latín tessellae, que proviene del griego y significa, cuatro),
estas piezas estaban hechas de diferentes materiales, roca calcárea,
cerámica, vidrio... y dependiendo de su tamaño, el motivo
decorativo o el lugar donde debía ir, los mosaicos recibían
diferentes nombres.
·
Opus musivum: Se utilizaba en los muros.
·
Opus sectile: Se usaban teselas de diferentes tamaños, normalmente
de mármol de varios colores.
·
Opus signium: se
obtenía con los desechos de un polvo coloreado que al mezclarlo con
la cal daba
un cemento rojizo
muy duro e impermeable.
·
Opus vermiculatum: se usaban teselas de tamaño muy pequeño con las
que se obtenía una gran precisión en el dibujo.
Los
temas representados en los mosaicos romanos se basan en
los tapices y especialmente en la pintura, algunos de los temas serán
herencia directa del mundo helenístico pero también encontraremos
todo un repertorio nuevo, sobretodo en el norte de África donde la
evolución estilística dará origen a un arte más libre y
figurativo, estos temas irán desde las representaciones mitológicas,
teatrales (máscaras, actores...), decorativos, representaciones de
paisajes, sobretodo en el norte de África donde se representa el río
Nilo y su fauna o el asarotos oïkos, en el que se representa el
suelo sin barrer de una estancia después de un banquete.
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